(En la foto, Mazinger haciéndonos un corte de mangas. ¿O deberíamos decir "de animes"?)
Toca hablar de Mazinger Z, y allá vamos.
Mientras que para los japoneses el mayor estandarte del género mecha (del inglés "mechanic", pronúnciese "meca") es Gundam, para los españoles no hay mayor clásico que Mazinger Z.
En 1978 TVE comenzó a emitir la serie, que pilló por sorpresa tanto a niños como a adultos. Los niños -y las niñas, lo recuerdo- alucinaban -alucinábamos- con unos dibujos que no se parecían a nada emitido anteriormente, y algunos padres se preocupaban por la destrucción que se podía contemplar.
Mazinger era un robot gigante tripulado por un chaval llamado Koji Kabuto, que se enfrentaba a los también enormes robots -brutos mecámicos, les llamaban- del pérfido Dr. Infierno (Dr. Hell), secundado por el Barón Ashler (Barón Ashakura). Esa era la base de todos los episodios. Esta serie, vista hoy, no posee ni de lejos la calidad de animación que se puede ver hoy en día en el más modesto anime. Sus historias eran también algo repetitivas, pero los personajes tenían carisma, su estética retro es muy quedida por éste tu blog y... ¡lo que nos hicieron disfrutar de chicos! ¿Qué niño de esa época no se peleaba en el patio del colegio (de bromas, pero...) al grito de consignas como "puños fuera" o "fuego de pecho"? Además, antes de que muchos criticaran Dragon Ball por sus escenas violentas, ya en esos tiempos algunos también pusieron el grito en el cielo por el mismo motivo con respecto a esta serie. No era para tanto, claro, pero en ese momento Mazinger Z era lo más hardcore que se había visto en dibujos animados. Además, también estaba Afrodita A, un robot con formas femeninas -tripulado por Sayaka, una chica, claro- que disparaba sus pechos, que no eran otra cosa que misiles. Y a un chavalín ya le llamaba la atención eso de que un personaje femenino usara sus tetas como armas, por muy robot que fuera. Pero la principal función de Afrodita A era ser apaleada por los malos y salvada por el macho man de Mazinger.
Volviendo a Mazinger y su violencia, en esa época el supuestamente progresista diario El País fue el primero en atacar la serie de una forma totalmente amarillista, calificándola de maniquea y otras lindezas; fue tildada por los medios y organizaciones ciudadanas de escuela de ideologías, violencia de importación, o incluso de neofascista, algo desproporcionado, y más al verla hoy en día y comprobar lo inocentón que era todo. Las propias réplicas de juguetes de Mazinger eran objeto de este ataque, por ser consideradas juguetes bélicos.
TVE tenía un porcentaje de los beneficios derivados de la venta de merchandising y, visto el éxito de la serie, se esforzaban por quitar hierro al asunto. Habían comprado 33 capítulos (eran 92 en total), pero en septiembre cedieron a la presión y cancelaron la emisión, poniendo en su lugar Orzowei (seguro que muchos la recordáis y. como yo, la odiáis por ello). De ese modo, Mazinger Z fue la triste pionera de la censura del anime en este país. Sólo se emitieron 27 episodios, pero los 6 restantes fueron usados por TVE para la programación navideña del enero siguiente. Curiosamente, de los 6 sólo se emitieron 5 por error, de forma que el episodio 28 no llegó a ser emitido en España jamás.
Pensamos, claro está, que la serie acababa en ese eposodio 33 y nunca llegamos a ver los 59 siguientes, pero yo creo recordar que, hablando con familiares y amigos, ya se comentaba entonces que la serie original duraba más.
Como podéis ver, el destino del osado Go Nagai era el ser censurado.
En 1965, el joven Nagai -con unos 20 años- comenzó a trabajar para diferentes estudios de animación y, tres años después, creó para la prestigiosa revista Shonen Magazine el comic Harenchi Gakuen, cuya traducción sería La escuela sin pudor, con el cual sin proponérselo sentaría las bases de lo que hoy conocemos como hentai, ¡el género erótico! Ni que decir tiene que las asociaciones noralistas no tardaron en arremeter contra él y la serie se canceló. Pero el tío siguió haciendo lo que le dió la gana, y para ello fundó su propia productora, Dynamic Productions. También creó Mao Dante para la poderosa editorial Kodansha, y ahí se desmadró porque, además de inventar al personaje Devilman, sentaría un nuevo precedente: el erotic grotesque, subgénero en el que demonios y demás bichos sobrenaturales tienen como proncipal afición el hacerle guarreridas a niñas de instituto, y cuyo estandarte en los 90 sería la muy polémica Urotsukidoji. Pero estamos hablando de 1972! Ese mismo año crea Cutie Honey, una androide que tiene la habilidad de disfrazarse instantáneamente de lo que quiera; antes de cambiar de traje, claro está, se ha de desvestir... Pero no contento con revolucionar el mundo del manga -y las hormonas de los lectores- también en el 72 con Mazinger creo otro concepto más, el de los robots gigantes tripulados por humanos, uno de los más populares dentro de la corriente mecha mangas en los que aparecen máquinas futuristas. Mazinger Z cosechó un gran éxito de público, compuesto principalmente por adolescentes, lo que propició la aparición del anime, aunque hay que decir que el manga tenía un tono un poco más adulto que la serie animada. Y, bueno, Nagai también hizo comics infantiles. ¡Un todoterreno, vamos!
Después de este ensalzamiento de la figura de Go Nagai, en la tercera y última parte volveremos a España.
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